Así es, las plantas son capaces de reconocer a las diferentes especies que les rodea y por tanto actuar en consecuencia. Si son parientes, trabajan en equipo, colaboran entre sí; si no lo son, compiten la una con la otra.
Este ha sido el último descubrimiento de un equipo de investigadores argentinos que analizó cómo se comportan las plantas ubicadas en una hilera
Y no sólo eso, también descubrieron que tras reconocer a sus parientes por la forma de su tallo y sus hojas, actuaban de una manera u otra.
«Notamos que cuando acomodamos las plantas en hileras, muy cerca la una de la otra, simulando la situación típica de un cultivo, las plantas que estaban genéticamente relacionadas entre sí, posicionaban sus hojas hacia los espacios libres, fuera de la hilera», explica Jorge Casal líder el estudio.
«En cambio, cuando mezclábamos plantas de la misma especie de distintos grupos genéticos, las plantas disponían sus hojas al azar, en cualquier dirección», añade.
Es decir, cuando la planta reconoce que su vecina es pariente, amontona sus hojas para minimizar la interferencia y permitirle aprovechar mejor la luz del sol. Pero si al contrario, no es pariente, distribuye sus hojas en cualquier dirección para aprovechar al máximo la luz disponible.
Mejoras en el rendimiento agrícola
Este estudio puede mejorar los costes agrícolas. Cómo hemos comentado antes, si una planta reconoce la presencia de un pariente ocurre un efecto doble: por un lado amontona sus hojas (para evitar sombrear a la vecina); pero por otro lado, hace que sus propias hojas se ensombrezcan entre sí, por lo que recibirá menos cantidad de Sol.
Ya estaría en manos de los agricultores decidir qué les conviene, si el apiñamiento de la misma especie o lo contrario. Lo que está claro que este descubrimiento será muy útil para mejorar el rendimiento usando menos espacio.
Vía | La Nación